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Se va Sarabia: la Cancillería queda a la deriva en plena crisis de los pasaportes

El pasaporte de la confianza institucional, hoy, está vencido.
El pasaporte de la confianza institucional, hoy, está vencido.

Por: Editorial Macondo Noticias

En medio de un clima tenso y de desorden institucional, Laura Sarabia presentó su renuncia al Ministerio de Relaciones Exteriores, tras ser desplazada por el presidente Gustavo Petro de la responsabilidad sobre el escandaloso proceso del contrato de los pasaportes, uno de los temas más sensibles de la agenda internacional y consular del país.

La decisión de Petro de entregarle esta función a Alfredo Saade, su nuevo jefe de despacho y figura polémica dentro del Palacio de Nariño, terminó por acelerar una renuncia que venía madurando desde hacía semanas. La exjefa de gabinete, que había regresado al alto gobierno con el respaldo del círculo más cercano al presidente, sale ahora por la puerta de atrás en uno de los momentos más críticos de la política exterior reciente.

El presidente no tardó en reaccionar. Minutos después de conocerse la salida de Sarabia, publicó un mensaje en su red social X en el que elogió su paso por la campaña y su papel como “hormiguita organizadora”. Más allá de los halagos, la despedida también fue un mensaje indirecto de advertencia: “Hay que poner el corazón en los más pobres, nunca dejarse conquistar por la codicia”, dijo, dejando abierta la lectura de un posible distanciamiento más profundo.

La crisis de los pasaportes no solo implica una disputa legal con la empresa Thomas Greg & Sons, sino que ha puesto en evidencia la improvisación al interior del gobierno. La decisión de imprimir los pasaportes en la Imprenta Nacional, una entidad sin experiencia en la producción de documentos de identificación, dependía de un acuerdo técnico con una empresa portuguesa que no se ha concretado del todo.

Miles de colombianos, dentro y fuera del país, están atrapados en la incertidumbre: el actual contrato con Thomas Greg está en su etapa final y no hay claridad sobre cómo y con qué insumos se producirán los nuevos pasaportes. La renuncia de Sarabia, lejos de resolver el problema, agudiza la crisis administrativa de la Cancillería.

Esta dimisión también marca otro capítulo en el desgaste político de Laura Sarabia, quien ya había perdido protagonismo durante la llegada de Armando Benedetti y ahora queda apartada nuevamente con la aparición de Alfredo Saade, un hombre sin experiencia diplomática al que el presidente parece darle cada vez más poder.

En medio del enredo, la Cancillería queda acéfala en temas clave y el país sigue sin una hoja de ruta clara para resolver la impresión de uno de sus documentos más básicos: el pasaporte.