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Estaremos sin Luz, mantenimiento y paciencia

Se va la luz.
Se va la luz.

Por: Editorial Macondo Noticias

Este jueves 3 de julio, la empresa de energía Air-e ejecutará nuevas labores de mantenimiento en varios sectores del norte de Barranquilla. Las intervenciones, necesarias para mejorar la prestación del servicio, incluyen cortes de energía programados en Altos del Limón, Delicias y Santo Domingo de Guzmán. A simple vista, parece una buena noticia: hay inversión, hay presencia técnica, hay mejora. Pero a la sombra de cada anuncio, hay una pregunta que muchos se hacen en voz baja: ¿por qué después de tantos años seguimos celebrando lo mínimo?

Barranquilla y su área metropolitana han sufrido históricamente por un servicio eléctrico intermitente, costoso y, en muchas zonas, precario. La promesa de la intervención y la posterior llegada de nuevos operadores, como Air-e, fue entendida por los ciudadanos como un punto de inflexión. Sin embargo, aunque algunas cifras hablan de avances y modernización, la realidad en los barrios cuenta otra historia: interrupciones constantes, demoras en la atención de emergencias, subestaciones colapsadas y sectores que viven con miedo de cada tormenta porque saben que se irá la luz… y a veces también el agua.

No se trata de ignorar los esfuerzos técnicos ni de descalificar lo que sí funciona. Se trata de entender que el servicio público de energía es un derecho básico, no un privilegio condicionado al cronograma de mantenimientos. Que se programen cortes, que se informen con anticipación y que se ejecuten mejoras es lo mínimo que se le puede pedir a una empresa que factura mensualmente a miles de hogares, muchos de los cuales apenas logran cubrir lo básico.

Mientras Air-e publica horarios, calles y rangos de trabajo para este jueves, lo que no dice el boletín es el efecto silencioso que estas interrupciones generan: comerciantes que no pueden operar, alimentos que se dañan, estudiantes que no pueden conectarse, adultos mayores que quedan sin ventilador. La energía eléctrica no es un lujo moderno, es una columna vertebral de la vida urbana y rural.

La ciudadanía barranquillera no quiere comunicados; quiere resultados sostenidos, tarifas justas, y sobre todo, dignidad energética. La verdadera mejora llegará cuando no tengamos que agradecer porque se cambiaron postes o se ejecutaron maniobras básicas, sino cuando podamos confiar en que no se nos irá la luz cada semana. Hasta entonces, cada anuncio como el de este 3 de julio seguirá siendo más una advertencia que una celebración.

Porque el desarrollo no se mide por cuántas veces se suspende el servicio para mejorarlo, sino por cuánto tiempo logramos mantenerlo funcionando sin fallas.